El Lenguaje Del Amor
Psique reanimada por el beso del Amor, de Canova.
Fotografía tomada en el Museo del Louvre. En la parte inferior derecha, la flecha.
Cupido y Psique, grupo escultórico de la Villa de Adriano en Tívoli, siglo II d. de C.
Cupido guía a Psique, que sostiene una mariposa en su mano izquierda.
Psique con alas de mariposa, escultura romana.
Fotografía tomada en el Palazzo Nuovo, una de las sedes de los Museos Capitolinos, Roma.
Sátiro y bacante, de Jean-Jacques Pradier (1834).
Fotografía tomada en el Louvre. La pose de la bacante, al igual que las de las ninfas que huyen de los sátiros, es una alegoría de la actitud femenina con respecto al amor y el sexo: la mujer, aunque en el fondo desea ser deseada, repudia la unión y se resiste, lo cual enciende aún más la lascivia del hombre.
El rapto de la sabina, de Giambologna.
Psique reanimada por el beso del Amor, de Canova.
Centauro cabalgado por Eros, copia romana del siglo I de un original griego del siglo II a. C.
Fotografía tomada en el Louvre. Entre los seres que padecieron las armas de Eros se encontraban los centauros. Tras forzar a Deyanira, Neso encontró la muerte a manos de Heracles; otros intentaron violar a las mujeres lapitas. La humillación del centauro está doblemente señalada: es cabalgado y va maniatado.
Ménade de Escopas, copia moderna del original conservado en el Museo Albertinum de Dresde, Alemania.
Fotografía tomada en las Antikensammlungen de Munich.
Las ménades eran ninfas del séquito de Dioniso, poseídas por una locura mística (el término ménade, μαινάς en griego, comparte raíz con el verbo μαίνομαι "estar fuera de sí" y el sustantivo μανία "locura"). Estaban relacionadas con el culto orgiástico y los aspectos más salvajes de la Naturaleza.
Centauro cabalgado por Eros.
Fotografía tomada en el Louvre.
El Pudor, de Jean-Louis Jaley (1833).
Fotografías tomadas en el Museo del Louvre. Una de las muchas personificaciones de conceptos abstractos en el arte neoclásico, según la tradición del arte grecorromano. La joven se cubre aquellas partes que se consideran pudendas, y en ese gesto acrecienta el deseo del observador.
Sátiro y bacante, de Pradier.
Fotografías tomadas en el Museo del Louvre.
Sátiro y ninfa.
Fotografías tomadas en la Centrale Montemartini, una de las sedes de los Museos Capitolinos.
Cupido pidiendo, de Prosper d' Épinay (1887).
La representación es una vez más alegórica: el Amor pide y mueve dinero (de nuevo se verá este tópico literario en el capítulo El remedio), pero como sabe que esa idea nos inquieta y molesta, extiende la mano con timidez, velando su rostro. En el lado opuesto, la otra mano oculta la flecha con la que se asegura el canje.
Cupido y Psique besándose, fresco de Pompeya.
Eros luchando con Anteros, sello hallado en Delos.
Anteros, hijo de Afrodita y de Ares, simbolizaba la resistencia al amor.
Cupido y Psique, de Annie Louisa Robinson Swynnerton (1891).
El despertar de Psique, de Guillaume Seignac (1904).
El pintor francés logra representar con acierto y exquisita sensualidad la vanidad y frivolidad del Alma, rodeada de rosas (símbolo de juventud y belleza) y engalanada con joyas (símbolo de venalidad).
El baño de Atalanta, de Jean-Jacques Pradier (1850).
Atalanta sólo tenía pensado casarse con aquel que la venciera en la carrera. Era tan veloz, que a todos sus pretendientes concedía una ventaja. Uno de ellos, Hipómenes, logró vencerla dejando caer en el camino manzanas de oro que Atalanta fue recogiendo.
Joven desnudo y sentado, de Hippolyte Flandrin (1855).
Mujer mordida por una serpiente, de Auguste Clésinger (1847).
Fotografía tomada en el Louvre. La pose de la bacante, al igual que las de las ninfas que huyen de los sátiros, es una alegoría de la actitud femenina con respecto al amor y el sexo: la mujer, aunque en el fondo desea ser deseada, repudia la unión y se resiste, lo cual enciende aún más la lascivia del hombre.
El rapto de la sabina, de Giambologna.
Psique reanimada por el beso del Amor, de Canova.
Centauro cabalgado por Eros, copia romana del siglo I de un original griego del siglo II a. C.
Fotografía tomada en el Louvre. Entre los seres que padecieron las armas de Eros se encontraban los centauros. Tras forzar a Deyanira, Neso encontró la muerte a manos de Heracles; otros intentaron violar a las mujeres lapitas. La humillación del centauro está doblemente señalada: es cabalgado y va maniatado.
Ménade de Escopas, copia moderna del original conservado en el Museo Albertinum de Dresde, Alemania.
Fotografía tomada en las Antikensammlungen de Munich.
Las ménades eran ninfas del séquito de Dioniso, poseídas por una locura mística (el término ménade, μαινάς en griego, comparte raíz con el verbo μαίνομαι "estar fuera de sí" y el sustantivo μανία "locura"). Estaban relacionadas con el culto orgiástico y los aspectos más salvajes de la Naturaleza.
Centauro cabalgado por Eros.
Fotografía tomada en el Louvre.
El Pudor, de Jean-Louis Jaley (1833).
Fotografías tomadas en el Museo del Louvre. Una de las muchas personificaciones de conceptos abstractos en el arte neoclásico, según la tradición del arte grecorromano. La joven se cubre aquellas partes que se consideran pudendas, y en ese gesto acrecienta el deseo del observador.
Sátiro y bacante, de Pradier.
Fotografías tomadas en el Museo del Louvre.
Sátiro y ninfa.
Fotografías tomadas en la Centrale Montemartini, una de las sedes de los Museos Capitolinos.
Cupido pidiendo, de Prosper d' Épinay (1887).
La representación es una vez más alegórica: el Amor pide y mueve dinero (de nuevo se verá este tópico literario en el capítulo El remedio), pero como sabe que esa idea nos inquieta y molesta, extiende la mano con timidez, velando su rostro. En el lado opuesto, la otra mano oculta la flecha con la que se asegura el canje.
Cupido y Psique besándose, fresco de Pompeya.
Eros luchando con Anteros, sello hallado en Delos.
Anteros, hijo de Afrodita y de Ares, simbolizaba la resistencia al amor.
Cupido y Psique, de Annie Louisa Robinson Swynnerton (1891).
El despertar de Psique, de Guillaume Seignac (1904).
El pintor francés logra representar con acierto y exquisita sensualidad la vanidad y frivolidad del Alma, rodeada de rosas (símbolo de juventud y belleza) y engalanada con joyas (símbolo de venalidad).
El baño de Atalanta, de Jean-Jacques Pradier (1850).
Atalanta sólo tenía pensado casarse con aquel que la venciera en la carrera. Era tan veloz, que a todos sus pretendientes concedía una ventaja. Uno de ellos, Hipómenes, logró vencerla dejando caer en el camino manzanas de oro que Atalanta fue recogiendo.
Joven desnudo y sentado, de Hippolyte Flandrin (1855).
Mujer mordida por una serpiente, de Auguste Clésinger (1847).
Maravillosa pagina ..estupenda !
ResponderEliminarGracias, Jairo. ¿Cómo llegaste a ella?
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