viernes, 18 de febrero de 2011

LAS MUSAS: MEMORIA Y OLVIDO

En otra entrada cité unos versos de Teócrito que había extraído de este artículo. No salen en el documental, pero estos otros que van en la misma linea:

       Cicatrizan las Musas, Filipo, la llaga amorosa; la poesía es droga que todo lo cura. Esta ventaja también, creo yo, tiene el hambre, que erradica el mal de la pederastia. Y así me es posible, sanado, decir al maligno Eros: “Puedes, niño, cortarte las alitas, pues tengo en mi casa dos medicinas contra tus heridas crueles.”

Calímaco, Antología Palatina 12.150

Este tópico literario, como suele suceder, está presente ya en el mismo comienzo de la tradición literaria griega, concretamente en Hesíodo, quien atribuye a las Musas la amable función de procurar el "olvido de los males" (λησμοσύνη κακῶν):

Las alumbró en Pieria, amancebada con el padre Crónida, Mnemósine, señora de las colinas de Eleuter, como olvido de males y remedio de preocupaciones.

Τὰς ἐν Πιερίῃ Κρονίδῃ τέκε πατρὶ μιγεῖσα
Μνημοσύνη, γουνοῖσιν Ἐλευθῆρος μεδέουσα,
λησμοσύνην τε κακῶν ἄμπαυμά τε μερμηράων.  

Teogonía 53 ss.

Si alguien, víctima de una desgracia, con el alma recién desgarrada se consume afligido en su corazón, luego que un aedo servidor de las Musas cante las gestas de los antiguos y ensalce a los felices dioses que habitan el Olimpo, al punto se olvida aquél de sus penas.

Εἰ γάρ τις καὶ πένθος ἔχων νεοκηδέι θυμῷ
ἄζηται κραδίην ἀκαχήμενος, αὐτὰρ ἀοιδὸς
Μουσάων θεράπων κλέεα προτέρων ἀνθρώπων
ὑμνήσῃ μάκαράς τε θεούς, οἳ Ὄλυμπον ἔχουσιν,
αἶψ᾽ ὅ γε δυσφροσυνέων ἐπιλήθεται

Ibídem 98 ss.

Tomado de:

ANA IRIARTE & MARTA GONZÁLEZ, Entre Ares y Afrodita. Violencia del erotismo y erótica de la violencia en la Grecia antigua, Madrid, Abada Editores, 2010, págs. 215-6

La apoteosis de Homero, relieve probablemente hecho en Alejandría.
Fotografía tomada en el Museo Británico. En la parte inferior izquierda, aparecen representados Ptolomeo IV Filopátor y Arsínoe III, quienes a finales del siglo III a. de C. fundaron en Alejandría un templo en honor de Homero. El poeta, sentado, está siendo coronado por los reyes. Lo flanquean, en cuclillas, las personificaciones de la Ilíada y la Odisea. Delante, un grupo de adoradores se dispone a realizar un sacrificio en un altar. En las dos filas superiores se ven las nueve Musas, Apolo, un poeta con un rollo y arriba del todo Zeus y Mnemósine, diosa que personificaba la memoria.