lunes, 22 de noviembre de 2010

AMOR Y AMOR

El tema del amor es apasionante, entre otras razones, porque ni siquiera para definirlo nos ponemos de acuerdo. Me había dado cuenta de esto hacía tiempo, pero lo he visto especialmente claro al realizar este montaje, y sobre todo al intercambiar impresiones y opiniones con distintas personas. Nuestras conversaciones eran en cierto modo diálogos de sordos, ya que mientras yo hablaba del amor como atracción y deseo de unión sexual, esas personas se referían a convivencia dentro de la pareja, cariño y demás sentimientos nobilísimos. Yo llamaba amor a la atracción de Megila por Leena, mientras que mi interlocutora me interrumpía para corregir: "Pero eso no es amor"; yo me lamentaba por no haber podido incluir en mi montaje uno de los aspectos del amor, el de la búsqueda insaciable de una nueva pasión, y otra de mis interlocutoras replicaba con una mezcla de incomprensión e indignación: "Pero eso no es amor, es hedonismo."


Con uno de mis colegas (el que me pasó el libro de Denis de Rougemont) hablaba de esta confusión, o mejor dicho, de esta divergencia, y él me explicaba que al llamar amor a la convivencia matrimonial, por ejemplo, se estaba intentando cuadrar un círculo, dado que el amor poco o nada tiene que ver con la rutina de una pareja.

Todo este galimatías conceptual parte de un hecho antiguo, como de costumbre, un hecho cultural y lingüístico. Los griegos llamaban ἔρως al amor pasional o de pareja, a la atracción sexual, mientras que para el amor entre amigos reservaban la raíz de φιλία y para el amor cristiano el término ἀγάπη.

He aquí una definición de amor-ἔρως:

       Al apetito que, sin control de lo racional, domina ese estado de ánimo que tiende hacia lo recto, y es impulsado ciegamente hacia el goce de la belleza y… es arrastrado hacia el esplendor de los cuerpos, y llega a conseguir la victoria en este empeño, tomando el nombre de esa fuerza que le impulsa, se llama Amor. 

       ἡ γὰρ ἄνευ λόγου δόξης ἐπὶ τὸ ὀρθὸν ὁρμώσης κρατήσασα ἐπιθυμία πρὸς ἡδονὴν ἀχθεῖσα κάλλους, καὶ... ἐπὶ σωμάτων κάλλος ἐρρωμένως ῥωσθεῖσα νικήσασα ἀγωγῇ, ἀπ᾽ αὐτῆς τῆς ῥώμης ἐπωνυμίαν λαβοῦσα, ἔρως ἐκλήθη.

Platón, Fedro 238b-c


El verbo correspondiente es ἐράω "amar", "estar enamorado". Para amar en sentido fraternal o cristiano se usaban ἀγαπάω y φιλέω, como se aprecia muy bien en Juan 21:16-17 

Y volvió a decirle por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Pedro le dijo: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Le dijo por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?"

λέγει αὐτῷ πάλιν δεύτερον Σίμων Ἰωνᾶ, ἀγαπᾷς με; λέγει αὐτῷ Ναὶ Κύριε, σὺ οἶδας ὅτι φιλῶ σε. λέγει αὐτῷ τρίτον Σίμων Ἰωνᾶ, φιλεῖς με; 

En cambio, los romanos empleaban en todos estos casos el sustantivo amor y el verbo amare. Amas a alguien simplemente si te cae bien, como vemos en Cicerón, Cartas a Ático 9.18.1 (después de entrevistarse con Julio César):

Creo, pues, que no le agrado

Credo igitur hunc me non amare

Y lo amas si deseas unirte sexualmente a él, como Ovidio, Amores 3.11b:

recrimino tu falta de moral, pero amo tu cuerpo

aversor morum crimina — corpus amo


 
Las lenguas modernas de Occidente han heredado de la cultura latina antigua y medieval esta anfibología: amar, amare, aimer, love, lieben... Y ya no podemos librarnos de los diálogos de sordos, como no podemos librarnos del Amor.


Hay un libro sobre este tema: Edith Fischer, Amor und Eros: eine Untersuchung des Wortfeldes "Liebe" im Lateinischen und Griechischen, 1973 ("Amor y Eros: un análisis del campo semántico del amor en latín y griego").

TODAS ME GUSTAN

No es un determinado tipo de belleza el que provoca mi amor. Son cien los motivos para que yo siempre esté enamorado. Si hay alguna que baja hacia sí sus vergonzosos ojos, me abraso por ella y ese su pudor es para mi una asechanza; si hay alguna que sea atrevida, me veo cautivado por ella, porque no es pueblerina y promete ser inquieta en el blando colchón; si alguna me ha parecido desabrida, émula de las severas sabinas, pienso que me quiere pero que en el fondo lo disimula; si eres culta, me agradas por poseer tan insólitas cualidades; si eres ruda, me resultas placentera por tu sencillez. Hay una que dice que, al lado de los míos, los versos de Calímaco son rústicos: a la que le gusto, al momento ella también me gusta a mí; hay también una que me censura como poeta y que critica mis versos: quisiera tener debajo de mí muslo a la que me critica. Es sensual en sus andares: me cautiva su movimiento; otra es altiva: pero podría ablandarse al contacto con un hombre. A ésta, porque canta dulcemente y modula con facilidad su voz, quisiera darle besos furtivos mientras está cantando. Esta pulsa con su hábil pulgar las quejumbrosas cuerdas: ¿quién puede dejar de amar manos tan sabias? Esa me place por sus ademanes, mueve los brazos con ritmo y dobla su cadera delicada de modo sensual. Para callar sobre mí, que por cualquier motivo me veo seducido, pon al lado de ésa a Hipólito y se convertirá en Priapo. Tú como eres tan alta, te pareces a las antiguas heroínas y puedes abarcar el lecho entero cuando yazcas sobre él. Esta es manejable por lo pequeña que es; ambas me destrozan: se avienen con mi deseo tanto la alta como la baja. Si no se arregla, me imagino cuánto podría aumentar sus encantos si se arreglara. Va adornada: entonces es que exhibe sus propias cualidades. Me cautivará una muchacha de pálida tez, me cautivará una rubia. También en la tez morena hay un atractivo seductor. Si unos cabellos oscuros cuelgan sobre un cuello de color nieve, Leda fue digna de admiración por su cabellera negra. Si son rubios, también la Aurora estaba atractiva con sus cabellos azafranados. A todas las leyendas se adapta mi amor. La edad juvenil me atrae y me seduce la edad más madura: una destaca por su hermosura exterior, la otra por su modo de ser. En resumen, mi amor está al acecho de todas esas mujeres que gozan de prestigio en Roma entera.

Ovidio, Amores 2.4

"DIÁLOGO DE LAS CORTESANAS", DE LUCIANO

Diálogo de las cortesanas