lunes, 31 de enero de 2011

GUÍA DEL DOCUMENTAL (3): LAS ALAS



El Lenguaje Del Amor                                                            

Crátera ática de finales del siglo VI a. C. firmada por Eufronio.
El Sueño (Hýpnos) y la Muerte (Thánatos), representados como seres alados, se llevan el cadáver de Sarpedón, héroe de la Ilíada (6.453).

Lékythos ático de mediados del siglo V a. C.
El lékythos era un frasco para el aceite que se depositaba en las tumbas. En éste se representa al difunto y sobre su cabeza el alma como un ser alado que abandona el cuerpo.

Mosaico pompeyano conocido como Memento mori, del siglo I a. C.
La Muerte (la calavera) pende sobre la vida o el Alma (la mariposa), que a su vez está posada sobre la Rueda de la Fortuna.

Sarcófago romano del siglo III d. C.
Minerva le insufla el alma a uno de los primeros hombres crados por Prometeo. Fotografía tomada en el Palazzo Nuovo, una de las sedes de los Museos Capitolinos, Roma.
(Motivo muy extendido por todo el Imperio).

El alma cautiva, de Bouguereau (1891).
Cupido (el Amor) mantiene agarrada por las alas una mariposa (el alma).

El Amor acariciando al Alma mientras se dispone a atormentarla, de John Gibson (1839).
Gibson describió su estatua como "el dios Eros acariciando una mariposa sobre su pecho, mientras con la otra mano extrae una flecha para atravesarla".

Psique en el pozo, de Benjamin Edward Spence (c. 1860).
Fotografía tomada en la Walker Art Gallery, Liverpool.
Psique, el alma como muchacha con alas de mariposa, fue una de las representaciones de sujetos singulares más populares de la escultura neoclásica.

 Psique de Wolf von Hoyer (1842).
Fotografía tomada en la Neue Pinakothek de Munich.

Psique, de William Sergeant Kendall (1909).
Otra representación del Alma como joven con alas de mariposa (sobre su cabeza hay también posada una mariposa).

Psique en el pozo, de Benjamin Edward Spence (c. 1860).
Fotografía tomada en la Walker Art Gallery, Liverpool.

Pan consolando a Psique, de Reinhold Begas (1857).

Crátera-kályx de Apulia, de mediados del siglo IV a. C.
Atribuida al Pintor de Laodamía. Eros revolotea ante Fedra, enferma de amor por Hipólito.
 
 El asalto, de Bouguereau (1898).
Varios Amores caen sobre una joven, la asaltan: anticipo de la terminología bélica del amor, que se abordará en el capítulo La conquista.



 Cupido jugando con una mariposa, comenzado por Antoine-Denis Chaudet y finalizado por Pierre Cartellier (1817).
Fotofrafías tomadas en el Museo del Louvre.
El Amor ofrece una rosa a una mariposa que tiene agarrada de las alas. La mariposa, símbolo del alma, se deja seducir por la belleza y la juventud (la rosa), convirtiéndose en prisionera del Amor. Los tormentos que aguardan al alma cautiva son descritos en cada una de las cuatro caras del pedestal, como se verá en los siguientes capítulos.

 Zéfiro y Psique, de Henri-Joseph Ruxthiel (1814).
Fotografía tomada en el Museo del Louvre.
La obra recoge un momento del cuento narrado por el escritor romano Apuleyo en El asno de oro (siglo II d. C.). Psique era tan hermosa, que todo el mundo la admiraba y elogiaba, más incluso que a la diosa Venus. Ésta, celosa, la maldijo para que nadie la tomase por esposa y ordenó a su hijo Cupido que la hiciera enamorarse de la criatura más vil de la Tierra. Contrariados, los padres de Psique consultan el oráculo, el cual les aconseja dejar a la muchacha en la cima de una escarpada montaña, ya que ningún mortal merece ser su esposo. Los padres obedecen, pero entonces aparece Zéfiro, el viento del Oeste, que se lleva a Psique hasta un magnífico palacio donde la aguarda Cupido. El dios, sin dejarse ver, consuma su unión con ella, pero le prohíbe terminantemente mirarle. Transcurrido un tiempo, Psique es advertida por sus hermanas de que se ha unido a una monstruosa serpiente que acabará devorándola, y le recomiendan que le dé muerte. Convencida, una noche Psique tomó un candil y, temblorosa, se acercó a su amado, dejando caer sobre él una gota de aceite. Cupido huyó y se ocultó en la morada de Venus, mientras Psique recorrió el mundo entero en su busca.

 Venus con la manzana, de Thorvaldsen (1813-1817).
Fotografía tomada en la Neue Pinakothek, Munich.
Venus recibió de Paris la manzana como premio a la diosa más bella, y ella a cambio le entregó la mano de Helena, provocando a la postre la Guerra de Troya.

Biblis, de Bouguereau (1884).
Biblis se enamoró de su hermano gemelo Cauno; éste emigró para escapar de su acoso, pero ella lo persiguió por diversas comarcas de Caria y Licia, acabando por convertirse en fuente
(Ovidio, Metamorfosis 9.454-665).

El Amor se echa a volar, de Bouguereau (1901).

sábado, 29 de enero de 2011

GUÍA DEL DOCUMENTAL (2): LA ROSA



El Lenguaje Del Amor                                                            

Sátiro y ninfa, copia romana de un grupo escultórico griego del siglo II a. C.
Fotografía tomada en la Centrale Montemartini de Roma, una de las sedes de los Museos Capitolinos. Las representaciones de sátiros persiguiendo, seduciendo o violentando a las ninfas que huyen o se resisten simbolizan un aspecto del amor tratado, por ejemplo, en los poemas de Ovidio (véase el capítulo La Locura): la atracción es mayor cuanto más tenaz es la resistencia del ser amado, un ser que se complace en provocar y huir, en insinuar y negar.

El Amor amenazador, de Étienne-Maurice Falconet (1757).
Fotografía tomada en el Louvre. El detalle muestra la rosa, uno de los símbolos del Amor.

Penélope y sus pretendientes, de Waterhouse (1912). 
Mientras Penélope trabaja en el telar, sus pretendientes la acosan. Uno de ellos le ofrece un ramo de rosas.

Trabajo interrumpido, de Bouguereau (1891).
Una joven interrumpe su trabajo y se sume en pensamientos románticos mientras el Amor la maquilla con un pincel. El ocio como aliado del Amor es un tópico literario que aparece en el capítulo El remedio.

Las edades de la vida, de Hans Baldung Grien (1539).
La Muerte, que sostiene en la mano izquierda la guadaña con la que siega vidas y en la derecha un reloj de arena (símbolo del inexorable paso del tiempo), se lleva del brazo a una anciana, que se resiste agarrándose al vestido y el hombro de una joven. Ésta, sabedora de su destino, se resiste a su vez, mientras deja caer una lágrima. A los pies de estos personajes, un bebé dormido ignora su ineludible destino.

El anciano, de Wenceslas Hollar (1651).
La Muerte conduce a un anciano hacia su tumba abierta. Al fondo, sobre la tapia, el reloj de arena: el tiempo queda atrás. Al pie de la imagen, dos versos del libro de Job (17: 1-2): Spiritus meus attenuabitur, dies mei breviabuntur, et solum mihi superest sepulcrum ("Mi espíritu se agotará, mis días se acortarán y sólo me queda el sepulcro"). El anciano parece mostrar más interés en el dulcémele (instrumento de cuerda similar al sandouri que suena en ese tramo del documental), un atributo de la Muerte asociado con la Danza de la Muerte (todos los humanos, ricos y pobres, danzan por fin juntos cuando llega la hora final).

  
Las edades del Amor, de Bertel Thorvaldsen (1824).
Psique (el Alma) saca de una jaula varios Amores para ofrecérselos a hombres y mujeres. Una joven de rodillas lo coge ilusionada en sus manos; otra mujer lo abraza y le besa en la boca; una tercera, que ha perdido interés por él, lo lleva indolente agarrado por las alas; sentado en el suelo, un hombre maduro, melancólico, parece demasiado cansado como para interesarse por su Amor; por último, el anciano levanta su mano para alcanzar un Amor que huye de él.

Vanitas, de Philippe de Champaigne (1671). 
Todo es vanidad, todo se reduce a vida efímera (la flor), tiempo fugaz (el reloj de arena) y muerte tenebrosa (la calavera).

martes, 25 de enero de 2011

GUÍA DEL DOCUMENTAL (1): PREÁMBULO

Mientras voy traduciendo el documental al griego moderno, con ayuda de Amalía, una nativa, y esperando la magnífica versión latina que generosamente me está enviando Pablo Villaoslada, un auténtico Cicerón del siglo XXI, me dedicaré a comentar las imágenes más significativas de cada uno de los capítulos y su relación con los respectivos textos.



El Lenguaje Del Amor                                                            

 
La Gran Nebulosa de Orión 
(en la parte inferior izquierda, la Nebulosa Cabeza de Caballo). 
La mitología griega asociaba de diversas maneras al dios Amor con la cosmogonía u origen del Universo: en Hesíodo, Eros es una de las tres divinidades primigenias surgidas del Caos (junto con la Tierra y la Noche); en la versión órfica, Eros, que había nacido de un huevo puesto por la Noche, creó el Cielo y la Tierra.

Zeus de Artemisio (siglo V a. C.),
fotografía que tomé en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. 
Zeus es uno de los dioses más temibles del panteón griego: privó del fuego a la Humanidad y, cuando Prometeo lo robó para devolvérselo, Zeus lo encadenó para que un águila le devorara eternamente el hígado, mientras que a los hombres les envió como castigo la primera mujer, Pandora.

Estatua helenística de Afrodita bañándose en cuclillas
tomada en el Museo Nacional de las Termas de Diocleciano, Roma.
Afrodita también es paradigma de divinidad egoísta e inmisericorde: molesta con el casto joven Hipólito, que rendía culto a Ártemis, diosa de la caza y la castidad, le precipitó en la desgracia, al hacer que se enamorara de él su madrastra Fedra, quien, al no verse correspondida, le acusó de haberla violado, provocando a la postre la trágica muerte del joven.

Saturno devorando a sus hijos, de Francisco de Goya (c. 1820).
Del mismo modo que Urano se deshizo de sus hijos porque los odiaba, uno de ellos, Cronos (Saturno) eliminó a los suyos, temiendo que algún día le destronaran.

Apolo y Marsias, de Bartolomeo Manfredi (c. 1615).
El sátiro Marsias desafió a Apolo en un concurso musical. El vencedor podía tratar al vencido como quisiera. Las Musas actuaron como jueces y al resultar ganador Apolo, eligió desollar vivo a Marsias por haberle desafiado.

Detalle de El rapto de la sabina, de Giambologna (1583), 
fotografiado en la Piazza della Signoria, Florencia.
Según la leyenda, el pueblo romano se formó a partir de la unión de los primeros habitantes de la ciudad, todos varones, y las mujeres de los sabinos, a las que raptaron.

Hilas y las ninfas, de John William Waterhouse (1896).
Durante el viaje de los Argonautas, Hilas, favorito de Heracles, fue rapatado en Misia por la ninfa de la fuente Pegea.

Fedra, de Alexandre Cabanel (1880).
Locamente enamorada de Hipólito, Fedra yace día y noche insomne, sin comer y lamentándose, mientras sus esclavas se esfuerzan en vano por ayudarla.

Una mascota silenciosa, de John William Godward (1906).

El Amor, la Muerte y el Más Allá, de Max Kingler (1881).
La Muerte, con su guadaña en la mano, "cabalga" sobre un monociclo precedido por el Amor, que sostiene en sus manos el arco y la flecha.

Joven defendiéndose de Eros, de William-Adolphe Bouguereau (1880).

Dolce far niente, de Godward (1904).
El ocio provoca el enamoramiento.

Aurora Boreal.

La Estrella Polar en el centro de la bóveda celeste (hemisferio norte).

La Nebulosa Burbuja, a 11.000 años-luz en dirección a la Constelación de Casiopea.
La forma globular creada por el viento estelar recuerda el huevo que, en la cosmogonía órfica, puso la Noche tras yacer con el viento. De ese huevo nació Eros.

 Cupido y delfín, escultura romana, siglo II d. de C.
Fotografía tomada en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
La imagen es alegórica: el Amor extiende su poder a todos los reinos, a todos los seres, en este caso, a los marinos.

El poeta favorito, de Sir Lawrence Alma-Tadema (1888).

Safo y Alceo, de Alma-Tadema (1881).
El poeta lesbio Alceo canta un poema al son de la lira, en presencia de Safo y unos jóvenes.

sábado, 22 de enero de 2011

EL LENGUAJE DEL AMOR (10): BIBLIOGRAFÍA

EL LENGUAJE DEL AMOR (9): LA ETERNIDAD

EL LENGUAJE DEL AMOR (8): EL REMEDIO

EL LENGUAJE DEL AMOR (7): EL FUEGO

EL LENGUAJE DEL AMOR (6): LA LOCURA

EL LENGUAJE DEL AMOR (5): LA CONQUISTA

EL LENGUAJE DEL AMOR (4): LA FLECHA

EL LENGUAJE DEL AMOR (3): LAS ALAS

EL LENGUAJE DEL AMOR (2): LA ROSA

EL LENGUAJE DEL AMOR (1): PREÁMBULO

Bueno, por fin llegamos a la meta. Incrusto ahora en el blog los diez cortes del documental, que he ido subiendo a Youtube esta semana. Os recomiendo que los veáis en alta definición (720 p HD).

El lenguaje -articulado, gestual e iconográfico- del que nos servimos para hablar del amor ofrece la clave para comprender la verdadera naturaleza de este sentimiento universal. La poesía lírica grecolatina, por una parte, y el arte clásico grecorromano y neoclásico principalmente, por otra, explotan de manera tenaz ese lenguaje no sólo a modo de convención artística, sino como expresión genuina y sincera de la experiencia vital de los autores que los cultivaron. No importa el lugar, la época o la lengua en que escribieron, su tendencia sexual, el género literario que eligieron o la ocasión para la que reservaron sus obras: todos ellos hablan con una sola voz, porque, como dijo Virgilio, el amor es el mismo para todos (amor omnibus idem: Geórgicas 3.244).

Como les digo a mis alumnos, la verdad sobre el amor no se encuentra en los libros de autoayuda, en los gabinetes de psicólogos, en los púlpitos de las iglesias, en los mamotretos legales, en la publicidad, en la televisión. Se encuentra en dos de los lugares que más pereza y aborrecimiento nos suscitan hasta que nos animamos a explorarlos con espíritu curioso: los libros de poesía y los museos. Se encuentra en Hesíodo, Safo, Anacreonte, Calímaco, Sófocles, Ovidio, Propercio, Tibulo, Catulo, Lisipo, Rossetti, Canova, Cartellier, Chaudet, Ruxthiel, Falconet, Gibson, Thorvaldsen, Rodin, Leighton, Godward, Bouguereau... y en otros tantos anónimos.

jueves, 20 de enero de 2011

EL VARÓN: EL SEXO DÉBIL

"En el Génesis 2:18-24, el hombre es creado en realidad antes que la mujer, pero está esencialmente en situación difícil, solo a medias. 'No es bueno para el hombre estar solo.' El macho es presentado como temporalmente anterior a la mujer, pero viene a la existencia atormentado por una necesidad, una falta. Desde el principio, se encuentra en una situación de estrés (como el embrión macho o el feto). La mujer es creada para cubrir la falta, le deficiencia del macho. Viene temporalmente en segundo lugar, pero su situación fue mejor: no padecía una falta comparable, porque su necesario compañero estaba allí para cuando ella llegase. Ser femenina es, en un profundo sentido, venir a la existencia ya provista (aunque no en todos los sentidos, por supuesto). La inseguridad del macho -la situación de estrés- y el dominio del macho se evidencian aquí de nuevo como funciones recíprocas."

WALTER J. ONG, La lucha por la vida. Contestación, sexualidad y conciencia
Madrid, Aguilar, 1982, pág. 91


       La hermosura engendra soberbia. ¡Desgraciado de mí!, ¿por qué ella se conoce tan bien? Sin duda, es de la imagen del espejo de donde saca su altanería.

Ovidio, Amores 2.17.7-9

 

domingo, 16 de enero de 2011

SEXO, PODER, PECADO: EL LADO INFERNAL DEL AMOR



En este documental hay frases como éstas:

"Los azotes no tardaron en convertirse en caricias."

"La sodomía implica una dominación... Normalmente y por fuerza puede recordar a las relaciones políticas y a las escenas de Sade".

"No se os ha ocurrido hacer un documental sobre el codo o la nuca, sino sobre el trasero. Eso significa que tiene un lado prohibido, de azufre".


"La proximidad del ano lo convierte en una región algo demoníaca. Es de una belleza incomparable el que esa región tenga ese componente infernal. En un retablo austríaco se le ve el trasero al Diablo. El trasero del diablo tiene un rostro. Eso es precisamente lo que lo hace diabólico."