Otra vez Eros, mirándome lánguidamente con sus ojos bajo sus párpados oscuros, con mil incitaciones me empuja dentro de la red inextricable de Afrodita. Le temo según viene, igual que un caballo sufridor del yugo que compite en los Juegos a la vejez mal de su grado con el carro veloz entra en la carrera.
Íbico, 287
Traducción de Francisco Rodríguez Adrados
No hay comentarios:
Publicar un comentario