Aunque en realidad Londres era más bien un lugar de paso en este viaje, no he podido dejar de admirar la belleza de sus calles,
ni la de sus museos, primero la Wallace Collection,
donde he fotografiado con flash, sin que me llamaran la atención, el grupo escultórico de Cupido y Psique, obra de Filippo Della Valle:
Y luego el Museo Británico, tan rico en joyas de la Antigüedad, que uno acaba mareado. Una representación de Afrodita asistida por Eros y -probablemente- Psique:
Interesante imagen de un arpa en una cerámica ática:
Y así más o menos se veían los antiguos en sus espejos:
Etcétera, etcétera.
Mañana Liverpool, una de mis metas principales, donde me aguarda -espero- el Cupido acariciando al Alma de Gibson, con todo su sobrecogedor simbolismo. Él solo merece el sacrificio de seguir comiendo y bebiendo las cosas tan repelentes que preparan los británicos. Encima, en el hotel te cobran por absolutamente todo: parking, conexión a internet, adaptadores de corriente (el desayuno no, porque es un desastre en todos los sentidos)... y a unos precios estratosféricos. Al menos la autopista de Dover a Londres no resultó ser de peaje. Por cierto, habituarse a circular por la izquierda no era tan difícil.
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