"Las hembras, por supuesto, incluso las humanas, son agresivas, tanto o más, en cierto modo, que los machos, pero su tipo de agresión es diferente. El rudo contacto físico es mucho menos común, y las hembras humanas tienden a utilizar procedimientos intermediarios, como 'pedradas y dardos verbales, un sutil rechazo interpersonal frecuentemente enmascarado como cuidado solícito...' (BARDWICK, 1971: 126-127). Las jovencitas se consiguen un adulto poderoso para que intervenga por ellas.
Ciertamente, entre los humanos, las diferenciaciones sexuales quedan reforzadas o difuminadas por la cultura; pero estas diferenciaciones, que tienen su paralelo en las de los animales subhumanos, son biológicas (en gran medida endocrinológicas) [...] La acción militar defensiva es diferente por completo, y las mujeres se han comprometido en ella a lo largo de toda la Historia."
WALTER J. ONG, La lucha por la vida. Contestación, sexualidad y conciencia, Madrid, Aguilar, 1982, pág. 52
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